lunes, 14 de abril de 2008

Estudié en un colegio pequeño

Estudié en un colegio pequeño

Estudié en un colegio pequeño, solo dos cursos mixtos por nivel de tan solo 25 alumnos. La estructura del colegio también era pequeña, un par de casonas antiguas y un edificio a medio terminar en torno a un patio central. La gracia que tenía mi colegio es que por ser tan pequeño, todos se conocían, era como una gran familia. Un ambiente grato, algo monótono, pero entretenido. Mi mayor conflicto con este ambiente “familiar” era el constante murmullo que se sentía. Siempre corrían rumores, que tal se peleó con esta y esta le pegó a esta otra, que el profesor le puso mala nota a este y el otro que defendió al profesor etc. Miles y constantes dichos y habladurías, no niego que alguna vez conté alguno o me contaron otro, pero siempre intenté quedarme fuera de este circulo de rumores, siempre lo critiqué y un par de veces lo dije de manera formal o cordial en alguno que otro acto general. Obviamente nunca nadie me pescó, el rumor era parte de las estructuras de convivencia del colegio antes de que yo llegara en sexto básico. Un amigo mío, que era profesor del colegio, lo terminaron expulsando del colegio por esta ola de incongruencias. En un electivo de filosofía del cual participábamos solo 7 alumnos y este profesor, tuvimos un problema con una compañera. Durante una de las sesiones de meditación que programamos con el profesor, una compañera comenzó a actuar de forma extraña. Decía incoherencias durante el silencio absoluto, se paraba y sentaba repetidamente. El profesor se alarmó y trató de despertarla. El resto del curso cerramos las cortinas, y nos aseguramos de que nadie entrara, el profesor que tenía mucha experiencia dentro de las practicas meditativas, se puso nervioso, nuestra compañera se puso a convulsionar. Me acuerdo patente de ver a mi profesor tomarle la mano, apoyar su mano en la frente y gritarle fuerte BASTA! Mi compañera se despertó del trance, ella no se acordaba de nada. El profesor estaba muy nervioso y trataba de buscar una explicación a esta extraña reacción. Un grupo se llevó a la confundida compañera a tomarse un jugo y el resto nos quedamos tranquilizando al profesor, no logro acordarme quien estaba mas blanco el profesor o la compañera. Después de un par de minutos de conversar el profesor dijo que seguramente nuestra compañera estaba pasando por una situación difícil en su vida privada y que a la primera opción de desconectar la mente, esta se sobre estimulo y comenzó a convulsionar. Rara la explicación pero nosotros confiábamos y seguimos confiando en el profesor. Después de un par de días, nos juntamos el grupo con el grupo de Filosofía Electivo exceptuando a nuestra convulsionante compañera y a nuestro místico profesor, conversamos el tema, muy objetivamente lo analizamos y todos concordamos en que si se llegaba a conocer el suceso dentro del mismo colegio, a nuestro profesor o echarían inmediatamente. Prometimos quedarnos callados sobre el tema éramos 6 compañeros, todos de cuarto medio. Uno o dos días después de esta reunión, un alumno de tercero medio, me contó que una alumna había tenido una crisis en una clase de filosofía, me impacto que alguien no pudo aguantarse 2 días. Nos juntamos nuevamente los 6 y después de un par de gritos. Decidimos que no importaba quién había abierto la boca, pero que debíamos hacer algo para que ese rumor se quedara en rumor y nada más. Fue muy gracioso ver que nos dispusimos organizadamente y de forma estratégica a contrarrestar el rumor. Comenzamos nuestro propio rumor, quedamos en que nuestra compañera solo se había puesto a llorar en la clase, nada de desmayos, ni crisis y menos convulsiones. Estratégicamente seleccionamos a los más conocidos copuchentos del colegio, y desparramamos nuestro propio rumor, todo obviamente de forma muy impersonal y encubierta. Fue mucho mas fácil de lo que pensamos, en un par de días dejamos de escuchar del asunto. Nunca supe porqué no le contamos al profesor. Pero ya no viene al caso. Ahora con el mismo grupo nos seguimos juntando, algunas veces invitamos a nuestro profesor. Nos reímos del tema y hacemos miles de bromas. Incluso imitamos las convulsiones de nuestra compañera y nos matamos de la risa. Pero siempre tenemos en cuenta lo serio que actuamos los 6 para impedir que echaran al profesor. A fines del año pasado supimos que finalmente nuestro querido profesor fue expulsado del colegio por practicas poco convencionales, nosotros lo invitamos a tomarnos unas cervezas y a reírnos de la vida. También supimos que nuestra compañera, la que entró en trance, si estaba pasando por un momento difícil, su padre que todos sabíamos que estaba muerto, resultó estar vivo. Ella nunca nos quiso hablar sobre el tema.

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